El día de muertos es una festividad muy especial para recordar a los que ya no están con nosotros, pero que seguimos recordando año tras año, a través de su comida y bebidas favoritas. Es una tradición llena de colores y aromas característicos del país, donde no hay lágrimas ni sufrimiento, sino chistes sobre la muerte y toda la creatividad plasmada en las calaveritas literarias.
Parece raro tener una visión de la muerte tan contraria a lo que significa para la mayoría de los occidentales actualmente. Y es que la visión de nuestros antepasados sobre la muerte era bastante distinta a la que prevalece hoy en día, donde la pérdida de un ser querido representa una tragedia para sus familiares y amigos.
El origen del día de muertos
Desde tiempos precolombinos ya se rendía culto a la muerte en las diferentes culturas indígenas mexicanas. En general, cuando alguien moría, los familiares acostumbraban organizar fiestas rituales para guiar a su ser querido a su destino final, además de colocar comida que le gustaba en vida. Más tarde, con la llegada de los españoles, estos rituales se vieron influenciados por el catolicismo, dado a que originalmente las celebraciones abarcaban desde septiembre a noviembre, pero al coincidir los últimos días con El Día de todos los Santos y el Día de los Inocentes, dio como resultado la celebración de El Día de Muertos como ahora la conocemos.
El Día de Muertos en la visión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor. En esta celebración de Día de Muertos, la muerte no representa una ausencia, sino una presencia viva; la muerte es un símbolo de la vida que se materializa en el altar ofrecido. (Inafed)
El Día Muertos no se caracteriza por la carga negativa que comúnmente acompaña al luto, sino por la alegría que significa recordar al ser querido, además del deseo de volver a sentir su presencia a través de la ofrenda.
La muerte desde la visión maya
Para los mayas la muerte no era sinónimo de catástrofe, sino el inicio de una nueva etapa, ya que la vida y la muerte son complementos uno del otro. Dentro de su cosmología, contemplaban la vida después de la muerte, la cual necesitaba obligatoriamente de fases de destrucción y fases de creación.
De acuerdo a Roberto Martínez, investigador de la UNAM, las personas tenían un corazón sagrado, el cual a su vez estaba dotado de diferentes componentes anímicos, de estos, algunos desaparecen después de la muerte, otros trascienden a otra vida, mientras que otros regresan en el Día de Muertos.
Por otro lado, los mayas también incluían el ritual de la sepultura, el cual significaba un agradecimiento a la tierra para regresar al difunto con los dioses que le dieron vida. Además, los sacrificios humanos, muy por el contrario de lo que las culturas occidentales podrían interpretar, representaban la máxima expresión religiosa en honor a sus dioses para asegurar el bienestar del pueblo.
La muerte desde la visión náhuatl
Un distintivo muy importante de la visión náhuatl sobre la muerte es que ésta no les provocaba miedo, sino un profundo respeto. Sin embargo, dedican su vida a vivir el presente y ocuparse de los deberes necesarios para sobrevivir: alimentarse, tener refugio, procrear, etc. Sabiendo que la muerte es un proceso natural y el inicio de la eternidad.
Cuando alguien moría, se realizaba un primer ritual para separar al difunto del mundo de los vivos y pudiera iniciar su camino hacia el lugar del Mictlán que le correspondía. Los rituales continuaban por los siguientes cuatro años después de la partida del difunto. Pero más allá de prevalecer la tristeza y dolor, eran el medio de expresar agradecimiento con sus dioses y la muerte, así como conmemorar a sus seres queridos que ya han trascendido.
Dia de muertos y la visión española
Como lo vimos anteriormente, lo que conocemos hoy como Día de Muertos tiene influencia de los pueblos indígenas y de las creencias católicas de los españoles. Aunque ellos, al igual que los pobladores indígenas, creían en la vida después de la muerte y un paraíso a donde llegaban las almas con su creador, también condicionan su llegada a que la persona haya tenido un comportamiento alineado con los valores católicos durante su vida, de lo contrario, sería castigado en el infierno.
Por otro lado, también prevalece el miedo hacia la muerte, la tristeza por el fin de la vida terrenal y el luto, aunque podríamos decir que las comunidades indígenas también llevan un proceso de luto, el de los europeo tendía a ser más lúgubre y silencioso.
Esto no quiere decir que ninguna de las posturas esté bien o mal, sino que es interesante conocer diferentes maneras de comprender la muerte y sobrellevar este proceso. En la actualidad, aún existen un sinfín de rituales dedicados a la muerte, además de que todas las personas son diferentes y llevan su proceso de acuerdo a su contexto.
La muerte es quizás uno de los factores que más incertidumbre nos causa, ¿es cierto que habrá un cielo?, ¿existe la reencarnación?, ¿solo desaparecemos? Es por ello que a los largo de los años, diferentes culturas han creado su cosmovisión para explicar el sentido de un proceso biológico natural. Más allá de las creencias religiosas o espirituales, afrontar la idea de la muerte y encontrar una visión propia que nos haga sentir en paz, es importante para poder enfrentar un proceso inevitable en todas las culturas: la muerte.